Una historia a favor de la vida de las mujeres

Por Marcela Frencia(*)

Hoy estamos aquí, reunidas, una vez más a la espera de que el Congreso de la Nación apruebe una ley que legalice y despenalice el aborto en Argentina. Con el entusiasmo de una nueva oportunidad, y la confianza de poder sostenernos en lo mucho construido, lo mucho que hemos consolidado. Frente a la vorágine de una agenda parlamentaria que, en pocos días, tendrá la chance de hacer historia.

Hace algunas semanas, el presidente Alberto Fernández presentó un proyecto de ley para despenalizar y legalizar el aborto. Este proyecto es una promesa de campaña, se condice con todos los principios expresados en su discurso de asunción y es la respuesta que esperan miles de mujeres. Mujeres que hace años vienen reclamando este derecho a la autonomía y que, desde 2018, después del último debate parlamentario, masivamente expresaron su apoyo.

El proyecto presentado toma como base el armado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Hay modificaciones, pero no hay dudas de que se escuchó el reclamo, del reconocimiento a la trayectoria y de que el presidente Fernández supo rodearse de compañeras feministas para que este proyecto refleje el espíritu de la lucha sostenida tanto tiempo.

Lo central de este proyecto es que permite la interrupción voluntaria dentro de las 14 semanas de gestación. Pasado este período, se sostiene un sistema de causales (vigente ya en la legislación actual a través de la interrupción legal del embarazo), la cobertura en todos los sistemas de salud del país y el acceso garantizado a la interrupción en niñas, adolescentes y personas con discapacidad.

 

Uno de los aspectos que generan mayor tensión tiene que ver con la “objeción de conciencia”. Este instrumento, que originalmente asegura a las personas la libertad de no actuar en contra de sus propias creencias, puede usarse para obstaculizar el acceso a derechos de mujeres, niñas y otras personas con capacidad de gestar. La abogada tucumana Soledad Deza, referente de la lucha por los derechos de las mujeres, señaló en su exposición del miércoles 2 de diciembre que hay que evitar que se haga política con esta herramienta, evitar que se limiten los derechos de otras personas que también tienen libertad de conciencia. ¿Cómo puede tergiversarse este instrumento? Deza explicó que, especialmente en contextos conservadores y contrarios al avance de derechos, forzando a consensos institucionales y socioculturales que impiden el efectivo cumplimiento de la ley, que busca proteger derechos, no impedirlos.

Otro punto de disputa tiene que ver con la penalización de quien acceda a la práctica fuera de los plazos y causales establecidos. Por último, el proyecto del ejecutivo no incluye expresamente, como si lo hacía el proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, al aborto como contenido de la ley de Educación Sexual Integral.

La vorágine del momento nos ayuda a pensar en el largo camino recorrido por las mujeres, por los movimientos sociales, por los movimientos feministas. Para llegar a hablar de aborto tuvimos que hablar y desarmar antes muchos temas. Poder discutir aborto es apuntar al corazón del patriarcado, lograr la autonomía sobre nuestro cuerpo, nuestras vidas. Esa es la gran conquista. A las mujeres no se nos regaló ningún derecho, todos y cada uno fueron conseguidos con organización y lucha.

En estas semanas históricas, no podemos entonces parar de pensar en cómo las mujeres organizadas hacemos cosas increíbles. Las argumentaciones que se dieron hasta el momento por expositores y por diputadxs que se oponen al proyecto son en su mayoría argumentos moralizantes e inquisidores, tutelares; se basan en creencias religiosas particulares y en un desempoderamiento de las mujeres, las niñas y las personas con capacidad de gestar como sujetos autónomos, libres.

Pero hoy en Argentina una marea verde se enciende y clama por su derecho. Expone con claridad la hipocresía de un sistema patriarcal que no deja de criminalizarnos. El activismo feminista ha demostrado la capacidad de hacer política con la construcción del movimiento más sólido, amplio, transversal, federal y masivo que hoy tiene este país.

Ese movimiento, nuestro movimiento, nosotras, de a miles, somos las que esperamos que el Congreso de la Nación, que las instituciones que habitamos y construimos cotidianamente sepan estar a la altura de su tiempo, nuestro tiempo, y empiecen ya a escribir otra historia, la que necesitamos: una historia a favor de la vida de las mujeres.

* Marcela Frencia es coordinadora de los programas Redes y Alianzas Libres de Violencias – REDAL y Vivas nos Queremos.