Paraguay se prepara para elecciones generales de 2023. En el escenario preelectoral, la discusión sobre paridad y participación política de mujeres, identidades y sexualidades diversas vuelve a estar en agenda. Hablar de poder desde una perspectiva feminista es fundamental. Compartimos claves que nos dejó el foro Participación política y propuestas transformadoras desde los feminismos.
¿Cómo se ejerce el poder? ¿Cómo se transforma la vida de las personas que deciden participar en política? ¿Qué aportes tienen los feminismos en ese campo? ¿Qué representación buscamos construir? Estas fueron algunas de las preguntas que compartieron mujeres indígenas, de la diversidad sexual, productoras rurales, referentas territoriales y campesinas, el 6 de agosto en una nueva edición del foro Participación política y propuestas transformadoras desde los feminismos, en Asunción (Paraguay).
El foro es una iniciativa del Fondo de Mujeres del Sur (FMS), a través del programa Mujeres en Altavoz. El programa, implementado en Paraguay, busca fortalecer las capacidades institucionales y los liderazgos de mujeres, identidades y sexualidades diversas para potenciar su incidencia en el desarrollo de políticas públicas con perspectiva de género y derechos humanos.
El foro contó con la participación de activistas y referentas feministas de Argentina, Colombia, Uruguay y Paraguay. Los debates, organizados en tres mesas, giraron en torno al protagonismo que las mujeres, identidades y sexualidades diversas de sectores populares asumen o pueden asumir en el contexto actual.
Las ollas populares, los trabajos en comedores; las huertas, proyectos de agricultura familiar y soberanía alimentaria; las cooperativas de promoción del empleo, el acceso a la educación, a la vivienda y la tierra son mayormente impulsadas por mujeres, identidades y sexualidades diversas. En este entramado aparece el alcance del trabajo comunitario y colectivo.
La ausencia de estas experiencias en las decisiones que abarcan a las grandes mayorías permite ver cómo el poder opera. Las experiencias vitales de activistas se tejen entre estas barreras y obstáculos que limitan su participación, y es en el diálogo, en el encuentro de recorridos comunes, donde esas dimensiones se transforman y dan lugar a otro poder.
Desmembrar el poder que conocemos
La primera mesa, Caracterizando al poder patriarcal y sus formas políticas, comenzó con la intervención de Carmen Colazo, abogada, actual directora del departamento académico de la Corte Suprema de Justicia de Paraguay y consejera del FMS. Colazo trazó una línea de tiempo para comprender cómo el poder político fue tomando la forma que conocemos actualmente.
“Los feminismos nacieron contestando a la hegemonía masculina sobre los otros seres humanos y los bienes comunes; eso que, en un primer momento, significó que varones blancos propietarios estén por encima del resto de la humanidad” explicó.
En Paraguay, las últimas elecciones municipales de 2021 son una muestra de la tendencia que hay en la participación política de mujeres y varones. En las listas de candidatos y candidatas a intendencias, por cada seis varones, hubo una sola mujer. Sin embargo, pese a que las mujeres son menos en el padrón electoral, el porcentaje de mujeres que acudieron a las urnas fue mayor ¹. Actualmente, el porcentaje actual de representantes mujeres en cargos electivos es menor al 20 por ciento, y aún más bajo si se mida la representación de mujeres indígenas.
En su intervención, Dora Barrancos, socióloga e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet, Argentina), planteó que los feminismos son clave para ampliar las discusiones en clave democrática, y destacó que son mucho más plurales que en el pasado. Para Barrancos, los feminismos animan a crear nuevas representaciones, nuevas alianzas y articulaciones, y desafían a involucrar ese deseo de un mundo distinto en nuevos, como, por ejemplo, en las acciones para enfrentar la crisis climática.
En las reflexiones de las panelistas, la paridad apareció como una herramienta clave para que más mujeres, identidades y sexualidades diversas se sumen a las decisiones colectivas. Para eso, señaló Carmen Beramendi, hay que pensar en términos de redistribución. “Cuando pensamos en recursos en la vida de las mujeres, hay que tomar la dimensión del tiempo” explicó Beramendi, docente, investigadora y ex directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres, Uruguay).
“Hay una conjunción de cosas en la política, por ejemplo, en cómo están pautadas las reuniones, sin plantear las necesidades de niñeces y personas que necesitan cuidados. Están pensadas para quienes tienen todo el tiempo disponible para la política, cuando para las mujeres el tiempo es un recurso escaso”, agregó.
Las tres expositoras coincidieron en el avance de los fundamentalismos en los últimos años, su carácter violento y antidemocrático. Por eso, el cuidado hacia adentro de los activismos toma una dimensión política.
¿Cómo alentamos a otras, a otres a la participación? Las cualidades que más conocemos del poder son las vinculadas a ese poder, autoritario, violento, imponente. Pero es también en el ejercicio del poder que está la soberanía, la autodeterminación, la potencia; es en lo colectivo que radica su potencialidad transformadora.
Construir el poder que queremos
En el segundo panel, Analizando el poder desde los feminismos, expusieron Rocío Casco, ex concejala y diputada nacional, y Romina Ríos, quien integró la secretaría de la Mujer, Juventud e Infancia en la gobernación de Ñeembucú. Conversaron con Ana Romero, referente indígena y fundadora de Unión Juvenil Indígena del Paraguay, y Jessica Arias, referenta comunitaria del Bañado Sur.
Romina y Rocío trazaron algunas líneas sobre el funcionamiento del Estado. Desde su paso como concejalas e integrantes de secretarías, junto a Ana y Jessica, se preguntaron: ¿cómo construir agendas que garanticen el acceso a la tierra, a la vivienda y a los derechos humanos fundamentales? La respuesta que encontraron fue la de seguir construyendo espacios de encuentro, foros regionales, mesas de diálogo, redes, para tender puentes entre quienes están en ejercicio de cargos electivos y quienes buscan hacer llegar sus demandas.
En Experiencias transformadoras desde los feminismos, la última exposición, confluyeron activistas de Colombia, Uruguay y Paraguay. Esta vez, es desde el país de más al norte de donde provienen las mejores noticias: Francia Márquez, activista afrofeminista por los derechos humanos, llegó a la vicepresidencia de Colombia y el “vivir sabroso”, su lema que resignifica vivir en dignidad y en paz, también se celebra en Paraguay.
En la mesa estuvieron Beatriz Ramírez Abella, militante afrouruguaya, directora del Inmujeres (Uruguay) en el período 2010-2018 y consejera del FMS; Liliana Giraldo, integrante de Estamos Listas, movimiento político de mujeres y diversidades de Colombia que acompañó la candidatura de Francia Márquez, y Johanna Ortega, candidata a intendenta de Asunción en las elecciones de 2021.
Beatriz acercó su experiencia en espacios clave de promoción de políticas públicas con una mirada interseccional, y Johanna contó su experiencia como candidata a intendenta siendo mujer, joven, militante y feminista. Ramona Acuña y Kimberly Ayala moderaron el diálogo y trajeron a la mesa la diversidad que también hace a sus recorridos como activistas de derechos humanos: Ramona, coordinadora de la organización Cultiva Paraguay, vinculada a la lucha de campesinas y campesinos, y Kimberly, abogada, activista por los derechos de las personas trans e integrante de la campaña Soy Real Mi Nombre Debe Ser Legal.
Desde Colombia, Liliana Giraldo compartió la experiencia de Estamos Listas, un movimiento de concejalías y municipios que comenzaron a organizarse a partir de que ganara el No en el plebiscito por la paz en Colombia en 2016 ². “Al principio fue un secreto: cinco mujeres invitaban a otras cinco mujeres, y así. Cuando nos dimos cuenta, ya éramos alrededor de cien e hicimos la primera asamblea en Medellín”, cuenta. ¿Cuál fue la primera conclusión? “Que las mujeres tenemos vocación de poder, y podemos ser opción de poder”. Para Liliana, es fundamental reconocer que el dinero es uno de los principales obstáculos en la participación de movimientos y partidos independientes. Para superarlo, propone tejer redes, apelar a la solidaridad y a la sororidad.
Liliana compartió algunas claves que hicieron a los comienzos de Estamos Listas. “¿Qué podemos hacer como movimientos o personas que queremos llegar a espacios de poder? Primero, identificar todas las normas que existen y son favorables. Preguntarnos como está el sistema de salud, el de cuidados, el acceso a la tierra. Esto implica volvernos expertas, contar con gente que conoce del tema. Es un ejercicio de estudio, de juicio, de empezar a establecer estrategias. Esos son algunos puntos a tener en cuenta para poder ejercer más eficientemente el poder” concluyó.
El foro fue un espacio para compartir los trayectos vitales de activistas de distintas generaciones, de organizaciones, de luchas. Incluir sus voces puede ser clave para soluciones que incluyan nuevas formas de organizar la economía, el cuidado y la vida en cada territorio.
Las crisis que atravesamos demandan ser creativos y creativas, y estas experiencias son alentadoras. Hay que construir acuerdos, crecer en liderazgos; dialogar y tender puentes donde sea posible, ese “vivir sabroso” que proclama Francia Márquez. Participar y, sobre todo, alentarnos a ejercer el poder en clave colectiva. Tal vez ese sea el mayor desafío. Aunque de eso se trata la participación política: de juntarnos, capacitarnos, tener un pensamiento y hacerlo cuerpo, potenciarnos.
¹ Los datos forman parte de un informe que realizó Kuña Sorora y que compartieron en el marco del Foro. Pronto estará disponible en línea. Pueden leer algunos de esos aportes en esta nota.
² En 2016, en Colombia, se sometió a un plebiscito para refrendar el Acuerdo de Paz alcanzado entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP). El conjunto de acuerdos incluyó el cese al fuego y la transición a la participación democrática de los grupos armados. El 2 de octubre de ese año, se llevó adelante el plebiscito y la opción por el No alcanzó un 50,22 por ciento ante el Sí, que representó el 49,77. La victoria del No obligó a que los acuerdos tuvieran que ser renegociados. En noviembre de 2016, se acordó y firmó un nuevo texto, que fue ratificado por el Congreso colombiano.