El jueves 18 de noviembre, en la ciudad de Buenos Aires (Argentina), nos volvimos a encontrar de manera presencial con integrantes de ocho organizaciones apoyadas a través del programa Redes y Alianzas Libres de Violencias – REDAL y de la iniciativa complementaria Actívate, Hermana: Hacia una Filantropía Feminista.
Las mejoras sanitarias nos permitieron retomar algunas activades que habíamos pausado, como los encuentros presenciales con organizaciones. Nos llena de emoción volver a hacerlo. Con algunas, volvimos a vernos después de más de un año; con otras, nos encontrarnos por primera vez fuera de la virtualidad.
El evento se realizó en Casa Walsh, un centro cultural de la Ciudad de Buenos Aires. Se articuló en tres momentos: presentación de las organizaciones, a través de videos e imágenes; luego, un momento de reflexión grupal y, por último, una puesta en común sobre los aprendizajes que dejó la pandemia.
Las activistas compartieron sus miradas y nos dejaron entrever una certeza que las atraviesa: pese a las dificultades que presentó la emergencia sanitaria, las redes se sostuvieron y se afianzaron.
Al poner en el centro la vida de personas cercanas, el activismo cambió de rumbo. Implicó mirar hacia adentro de cada organización y pensar cómo transformarse, cómo reinventarse, priorizando el cuidado de las integrantes.
“Lo mejor que nos pasó es que sobrevivimos, y eso nos llena de satisfacción”
Mantenerse en contacto se volvió vital. Las organizaciones conformadas por defensoras de primera línea, que realizan seguimiento a mujeres en situaciones de violencias, tuvieron que transformar sus herramientas y estrategias para continuar acompañando. Las campañas de sensibilización en la vía pública y en redes sociales se volvieron una forma de seguir tejiendo la red.
Las posibilidades de acceder a espacios de formación y encuentros se multiplicaron. También, la virtualidad les permitió participar de eventos, presentar sus iniciativas y construir alianzas en otras provincias a las que no habían llegado antes. “La pandemia fue un momento de reflexión sobre qué queríamos como organización. Lo mejor que nos pasó es que sobrevivimos, y eso nos llena de satisfacción”, sintetizó un activista.
Nos pone muy contentas volver a encontrarnos y saber que las organizaciones crecen, diversifican sus estrategias y que, en cada encuentro, las redes siguen creciendo.
Para finalizar la jornada, escribimos colectivamente este texto que compartimos:
“Estamos juntas y hermanadas en la lucha y en los sueños.
Soñamos el mundo que merecemos habitar,
los espacios públicos que merecemos habitar.
Sabemos que juntas, como lo estamos ahora, podemos mover fronteras,
podemos romper prejuicios, transformar realidades, sanar.
El feminismo es la salida colectiva a la crisis.
El aprendizaje, el sabernos juntas, nos da una fuerza invencible e imparable.
Somos semilla, aunque digan lo contrario.
Encontrarnos hermanadas nos hace tenernos en el territorio.
Un territorio que es nuestro, como es nuestro el derecho a defendernos.
A acceder a una vida libre de violencias, sin vulneraciones.
Trabajar para la igualdad no como una meta, sino como una forma de andar en el camino.
Un camino que es mejor andarlo en red,
vivas, articuladas y empoderadas”.
Fotos por Paola Olari Ugrotte