Del regreso de la democracia a las urgencias de la pospandemia. Invitamos a Myrian González Vera, integrante del Centro de Documentación y Estudios (CDE, Paraguay) y del Movimiento por el Derecho a la Salud María Rivarola a contar la historia de la lucha por el acceso a una salud integral, humanizada, con calidad y calidez en Paraguay, con motivo del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres.
Por Myrian González Vera (*)
En Paraguay, un grupo de mujeres campesinas, indígenas, urbanas y populares conmemoramos cada 28 de mayo, desde hace quince años, el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres. Nos pensamos en clave de articulación, como estrategia para juntar nuestras fuerzas ciudadanas y enfocar parte de las acciones en la demanda por el derecho a la salud integral de las mujeres. Para tener un punto de partida, nos situamos en el inicio de la era democrática que se instaló el 3 de febrero de 1989, después del derrocamiento de la dictadura militar de Alfredo Stroessner.
Tuvimos muchas conquistas en esa época. Expresar nuestra ciudadanía era la principal: las libertades que nos arrebataron durante más de treinta años volvían a ser derechos. Eso nos permitió reorganizarnos para participar política y socialmente en todo el país. En ese contexto, las mujeres fuimos protagonistas de cambios legales e institucionales que nos permitieron tener igualdad legal, no discriminación, derecho a la no violencia en el ámbito familiar, entre muchos otros. Organizaciones sociales empezaron a crecer en distintos ámbitos y las mujeres también fuimos sumando espacios de participación ciudadana para reclamar derechos desde una perspectiva de género y feminista.
Así, en 2007, a partir de una acción concreta que nos reunió a algunas organizaciones de mujeres, a iniciativa del Movimiento por el Derecho a la Salud (hoy denominado María Rivarola[1], en memoria de la compañera que nos impulsó a juntar nuestras fuerzas) decidimos generar un espacio de articulación de nuestras luchas para abordar específicamente la demanda por el derecho a la salud integral de las mujeres. En esa demanda, los derechos sexuales y los derechos reproductivos están como marco integrador de otros derechos, por ejemplo, la no violencia de género, la autonomía (incluyendo la económica) y, sobre todo, el respeto a nuestros cuerpos.
Teníamos acumulada la reflexión de que el ser mujer asociada al rol limitado de la maternidad y la sujeción a la pareja y la familia eran mandatos patriarcales. Que esos mandatos cercenaban otros derechos y nos impedían tener una vida con autonomía plena para decidir si queríamos estudiar, ser o no madres, cuántas hijas e hijos queríamos tener y cómo ejercer nuestra sexualidad sin normas atávicas.
El impulso de esta articulación de mujeres organizadas nos la dio la presentación en el Congreso Nacional de un proyecto de ley de salud sexual, reproductiva y materno perinatal que habíamos revisado y que nos permitió incluir nuestras propuestas. Era un proyecto bastante modesto, no incluía aspectos de alta confrontación como el aborto, pero su sentido era el de lograr una ley específica, que garantizara presupuestos para políticas públicas amplias, que incluyeran población en situación de mayor precariedad y vulneración de derechos. Una ley que garantizara la salud integral, la atención con calidad y calidez durante el embarazo, parto, puerperio y la maternidad, así como también programas que garanticen y respeten el derecho a la planificación familiar y a una sexualidad plena.
Así surgió la Campaña “Conocé, apoyá, difundí, exigí su aprobación”, con la participación de una treintena de organizaciones urbanas, populares y campesinas, de mujeres y de hombres de distintos puntos del país, que se instaló durante todo el mes en que se debía estudiar el proyecto de ley en la Cámara de Senadores. Uno de los objetivos principales de la Campaña fue contrarrestar –con información completa y pertinente acerca del contenido del proyecto– las fuerzas de grupos ligados a iglesias, conservadores y anti derechos por la igualdad de género, que se oponían tenazmente con argumentos falaces y mentirosos, afirmando que contenía artículos para despenalizar el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Sabían que mentían, pero harían todo lo posible para frenar la aprobación, y lo consiguieron. El proyecto de ley volvió a ser tratado unos años después, con el mismo resultado.
Sin embargo, ese revés no fue un fracaso para la articulación. Valoramos la inclusión del debate de estos temas controversiales en agenda y decidimos continuar trabajando por el derecho a la salud integral de las mujeres. Apenas terminada esta campaña, generamos otra acción denominada Las Carpas de la Vida, que culminó el 28 de mayo, el día del Llamado a la Acción por la Salud de las Mujeres.
Las Carpas de la Vida se propusieron ofrecer a las mujeres un espacio para el ejercicio ciudadano de la participación democrática, vigilar la gestión pública, demandar la atención sanitaria, informar a la ciudadanía sobre sus derechos y recoger las denuncias y preocupaciones con respecto a la salud pública.
¿Qué logramos? Ampliar y fortalecer liderazgos de mujeres, principalmente de campesinas, indígenas y de sectores urbano-populares, difundir información acerca de las políticas públicas de salud, las carencias que existían en los centros de atención y hospitales de diversas zonas del país, y presentar nuestras demandas a las autoridades. Las Carpas de la Vida fueron el motor para que se sumen más mujeres activistas de pueblos y ciudades del interior, que fueron adquiriendo voz propia y poder de incidencia, y se erigieron en referentes de mujeres y feministas en sus lugares de residencia.
A partir de haber logrado una articulación más permanente de mujeres organizadas de la ciudad y del campo, fuimos dando más y más pasos, realizando las acciones de visibilidad en los principales días de conmemoración feminista: el 8 de marzo, el 28 de mayo, el 28 de septiembre y el 25 de noviembre[2], fechas en que visibilizamos y posicionamos nuestra defensa y demanda por los derechos de las mujeres trabajadoras, la salud de las mujeres, la despenalización del aborto y la eliminación de la violencia hacia las mujeres.
Quince años después, este 28 de mayo de 2022 estamos volviendo a nuestras casas después de conmemorar el día del Llamado de Acción por la Salud de las Mujeres, con un acto de visibilidad ante el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social[3], tomando como eje principal la violencia obstétrica, con el lema “No hay”: no hay respeto a nuestras culturas (principalmente de las mujeres indígenas), no hay estudios para monitorear los embarazos, no hay parto respetado, no hay medicamentos, y así otras carencias que plasmaron tan bien en sus carteles las compañeras frente a la principal institución estatal que debe garantizar el derecho a la salud. ¡¡No hay… nunca más!!

(*) Myrian González Vera es paraguaya y feminista. Comunicadora social con estudios de antropología social. Investigadora del Centro de Documentación y Estudios (CDE) en temas de derechos humanos y derechos de las mujeres. Formadora y capacitadora de organizaciones de mujeres de distintos ámbitos.
La frase del título "Parir, nacer y vivir sin violencias es nuestro derecho" es el lema del Movimiento por el Derecho a la Salud “María Rivarola”.
[1] María Rivarola, semilla de lucha, fue una de las principales artífices de las acciones para emprender la lucha por el derecho a una salud integral con calidez y calidad, hasta su partida física en 2017.
[2] Tenemos, por ejemplo, la Articulación Mujeres Libres de Violencia, encargada de generar las acciones de visibilidad en estas fechas conmemorativas.
[3] Véase cobertura de la actividad en Diario ABC Color, 27 de mayo de 2022. Disponible en: https://www.abc.com.py/nacionales/2022/05/25/violencia-obstetrica-mujeres-la-sufren-cotidianamente-en-los-hospitales-denuncian/