Implementado en alianza con el Fondo Alquimia (Chile), busca brindar apoyo financiero y acompañamiento técnico y político a organizaciones de base e intermedias de Argentina, Uruguay y Paraguay que trabajen en acciones para avanzar hacia la justicia económica de las mujeres, identidades y sexualidades diversas.
La convocatoria para la presentación de proyectos estuvo abierta desde el 16 de febrero hasta el 16 de marzo. Se recibieron 160 propuestas provenientes de diversos territorios y sectores que dan cuenta de la importancia y la urgencia de fortalecer procesos organizativos en torno a la justicia económica.
Estuvo dirigida a organizaciones sindicales; cooperativas y organizaciones sociales compuestas y lideradas por mujeres, identidades y sexualidades diversas que promuevan y defiendan sus derechos económicos, sociales y laborales o que promuevan la agenda de cuidados desde un enfoque feminista. También, a áreas de género y grupos de mujeres, identidades y sexualidades diversas dentro de organizaciones mixtas; experiencias colectivas feministas que den respuestas alternativas al actual modelo económico, y procesos que pongan la vida en el centro, desde lo social y popular, frente a un modelo económico excluyente.
Como resultado del proceso de selección, se apoyará a 30 organizaciones, de las cuales 16 son de Argentina, cinco de Uruguay y nueve de Paraguay. Veinte de esas organizaciones son de base, mientras que diez son intermedias. Entre estas últimas, se incluyen seis sindicatos y dos organizaciones gremiales.
Los proyectos seleccionados buscan trabajar sobre distintas formas de mirar la economía, con foco en perspectivas de la economía familiar, solidaria y feminista. Se apoyará a organizaciones gremiales que transversalizan las agendas feministas en los movimientos sindicales en los tres países; procesos de cooperativas de trabajo y ferias populares, entre otras iniciativas transformadoras.
Las organizaciones que los impulsan están compuestas por mujeres, identidades y sexualidades diversas de sectores urbanos marginalizados, rurales, mujeres campesinas, indígenas de distintos pueblos, negras y afrodescendientes, jóvenes, lesbianas, trans y bisexuales, y trabajadoras de sectores altamente precarizados. En este primer ciclo de apoyo, implementarán sus proyectos de junio de 2022 a febrero de 2023.



Por qué financiar hoy iniciativas por la justicia económica
Las desigualdades históricas y estructurales en América Latina, agudizazadas por el modelo económico neoliberal, se han exacerbado a partir de la pandemia. Las consecuencias actuales y futuras profundizan la precariedad y la explotación laboral que viven las mujeres, identidades y sexualidades diversas y sus comunidades, especialmente en los sectores sociales más excluidos.
Tanto en Argentina como en Paraguay y Uruguay, las tareas domésticas y de cuidados continúan desigualmente distribuidas generando una sobrecarga en las mujeres y afectando sus posibilidades de desarrollo económico y profesional, aspecto también agravado por la pandemia del covid-19.
Existen trabajos feminizados (las trabajadoras son en su mayoría mujeres), especialmente ligados a tareas de cuidados de personas adultas mayores, infancias y personas enfermas o discapacitadas, que no cuentan con el reconocimiento y acceso a derechos mínimos, y que tampoco cuentan con representación gremial suficiente. Incluso cuando las mujeres están sindicalizadas, sus voces, necesidades y demandas no tienen el espacio adecuado.
También existen trabajos masculinizados (la mayoría de los trabajadores son varones) en los que las mujeres y disidencias sexuales luchan por romper estereotipos de género y asimetrías laborales.
La informalidad en todos los sectores de la economía también afecta mayoritariamente a mujeres, identidades y sexualidades diversas. Los feminismos, especialmente los feminismos populares, están presentes y exigiendo ser incluidos en los distintos espacios de representación colectiva, llevando a cabo una labor fundamental en organizaciones altamente resistentes a las agendas de género.
A la vez, ante un modelo económico que excluye a gran parte de la población y le niega condiciones mínimas de dignidad, la economía feminista, desde la teoría y especialmente desde la práctica, permite pensar y construir otras realidades alternativas dignificantes.
Surgen así experiencias de organización social, comunitaria y económica como redes, cooperativas y asociaciones basadas en los principios de equidad, solidaridad, circularidad y cuidado socioambiental con alto potencial de transformación y necesidades de fortalecimiento para profundizar su impacto.
Es en ese contexto en el que el Fondo de Mujeres del Sur se propone potenciar tanto el trabajo del activismo feminista para amplificar las voces de las mujeres, identidades y sexualidades diversas en el mundo laboral, como la construcción de alternativas populares, solidarias, que pongan la sostenibilidad de la vida en un lugar central.


