El 19 de octubre pasado, la Cámara de Representantes de Uruguay aprobó la Ley Integral para Personas Trans. La misma surgió como una propuesta del Consejo Nacional de Diversidad Sexual, integrado tanto por organismos del Poder Ejecutivo como por organizaciones sociales, entre las que se cuentan copartes del Fondo de Mujeres del Sur como la Asociación Trans del Uruguay (ATRU).
La ley partió de los datos recabados por el Censo Nacional para Personas Trans realizado en 2016 y contempla garantizar el acceso de este colectivo a derechos fundamentales como el trabajo, la educación y la salud, más una reparación histórica a las personas trans que hayan nacido antes de 1975 y hayan sufrido violencia por parte del Estado.
Su aprobación significa un enorme paso, y demuestra la capacidad de incidencia política de las organizaciones y su potencia transformadora. Conversamos con Karina Pankievich -presidenta de ATRU y referente de la campaña por la aprobación de la ley-, Gloria Alvez Mariños -expresidenta de la organización-, y Gonzalo Rodríguez Moreira, también integrante de ATRU.
“A veces pensamos que no tenemos la capacidad, y cuando nos ponemos a trabajar nos damos cuenta de que sí la tenemos, y también de la fuerza que tenemos a la hora de emprender este tipo de proyectos”, afirma Karina, refiriéndose a la participación de las personas trans en el proceso de trabajo de la Ley. Además, remarca, “nosotrxs conocíamos los puntos específicos que se debían tocar”. “Fueron dos largos años de trabajo, y lo logramos”, agrega Gloria, orgullosa.
Desde sus inicios como activistas hasta el presente, han pasado como colectivo, como personas y como organización, por un montón de cambios. “Tendríamos que decir que esos cambios han sido para bien”, afirma Karina, y agrega: “después de 30 años, hemos conseguido muchas cosas, tanto en legislación como en la sensibilización de la población”.
Hoy, coinciden, hay una mayor receptividad hacia las problemáticas de las personas trans. Y rescatan que eso se debe al gran trabajo de activismo, a la visibilización, los talleres, y también a los puentes que están tendiendo: “ver la problemática de nuestros países hermanos e intercambiar experiencias y vivencias nos fortalece”, resalta Karina.

Revisando específicamente las áreas sensibles de las que se ocupa la Ley, ¿cómo definen la problemática del trabajo en relación a las personas trans?
Gloria: El trabajo es lo más difícil para las personas trans. La mayoría ha trabajado sexualmente en sus inicios, sobre todo debido a la exclusión que suelen sufrir por parte de las familias.
Karina: Sí, la inclusión laboral es la dificultad más grande, pero no es un problema exclusivo de Uruguay, sino que se repite en toda América Latina y en el mundo. Este tipo de leyes abren horizontes para que los cupos laborales para personas trans sean reales y efectivos. Porque, fundamentalmente, queremos que las nuevas generaciones no estén obligadas al trabajo sexual. Queremos que puedan estudiar, ser universitarias, y que el trabajo sexual sea una opción, no un condicionamiento.
¿Y en relación a la educación?
Karina: Estamos tratando de que la educación en lxs adolescentxs no sea un problema, que no deserten de los estudios. Porque a la hora de conseguir empleos, formarse es fundamental. Por eso, las becas que contempla la Ley son importantes. Hay que promover que lxs niñxs y adolescentes trans estudien. Y, también, lxs adultxs. En la asociación tenemos chicas trans de 35 o 40 años terminando su ciclo básico. Es un orgullo verlas estudiar, ver que no todo está perdido para ellas.
Por último, ¿cómo evalúan la situación de las personas trans en el área de la salud?
Karina: Con esta ley, tratamos de proponer cambios para que la salud sea inclusiva; que no se centralice solamente en la capital, sino que los centros de hormonización, por ejemplo, puedan llegar a los distintos departamentos. Lxs compañerxs no tienen el dinero para poder costear sus gastos de pasaje y estadía para venir a hormonizarse, entonces es fundamental que este proyecto se haga viable, que haya acceso a la salud universal, que llegue al interior del país.
Aprobada la ley, ¿cómo ven su implementación?
Gonzalo: Vemos con preocupación que haya sectores juntando firmas para ir a un referéndum para revocar la ley. Eso es algo que prácticamente no se ha visto en Uruguay. Hay un avance de los conservadurismos, con un discurso que cala hondo y en el que han usado a la población trans como chivo expiatorio, con argumentos de una violencia inaudita para lo que son las discusiones políticas en el Uruguay. Esto es nuevo y sorprende, porque Uruguay siempre fue un país muy secular, en el que los proyectos religiosos no habían tenido tanto impacto.
Para cerrar, y de cara al futuro, ¿cómo definirían qué es para ustedes una buena vida?
Karina: Una buena vida no pasa solo por lo reparatorio, sino por la posibilidad de educación, salud, trabajo, afectos; por un montón de cosas de las que a veces carecemos. Quisiéramos que las nuevas generaciones no pasen por las cosas que pasamos nosotras. Que nadie más pase por una dictadura, por la homofobia, la discriminación por identidad de género. También, es fundamental el apoyo que tengan lxs chicxs de la nuevas generaciones con sus mamás, con sus padres, su familia, que es algo que nosotrxs no tuvimos. Eso sería para nosotras tener una vida más feliz.
A veces dicen que esos son privilegios, pero yo creo que son derechos que como seres humanos nos corresponden, y que tenemos que hacer que se plasmen en la realidad. Como parte de la comisión que va a estar a cargo de la reparatoria (para personas trans que hayan nacido antes de 1975 y hayan sufrido violencia estatal), voy a hacer mucho hincapié en que todas las compañeras que pasaron por esa época de abusos a los derechos humanos la obtengan. Humanamente, creo que nos merecemos eso después de tanto dolor a lo largo de nuestra vida.
Más información:
Primer Censo Trans. Avances sistematizados aquí